Estando en España pase por Vigo, y como era mi costumbre a eso de las dos de la tarde me acerque a un comedero donde ya había muchos obreros sentados en unos largos bancos. Algunos ya almorzandos, otros tomando vino y charlando del atraso que se había producido en España en los treinta años con el gobierno de franco. Un comensal de otra mesa en voz alta dijo: “Atraso económico, moral e intelectual”.
Y dirigiéndose a mi persona dijo, ¡gracias a ustedes los argentinos! Que recibieron a muchos artistas, poetas, escritores, y libres pensadores. Que si se hubieran quedado en España los abrían fusilados como a Garcia Lorca y miles mas.
Sentencio, mi padre refugio a Rafael Alberti hasta que pudo embarcares con pasaporte falso como cocinero en un barco de carga. Al tiempo nos escribió que llego a su país con barios kilos demás pero también con mucha pena.
También en otras cartas nos contaba que lo sabían invitar a comer en un restaurante en la avenida de mayo que se llamaba el imparcial, y luego las tertulias en el tradicional café tortoni. Luego nos decía, nunca me dejaron pagar nada tampoco lo podía haber hecho porque en ese primer tiempo no tenia ni una sola peseta. Pero nunca me falto un pitillo ni un bocadillo para llevarme a la boca.
Y seguía contando en sus cartas, me encuentro como en casa, claro que extraño mucho a veces me vienen a buscar muchos compañeros y también paso unos hermosos días con el maestro Manuel de falla que vive en una ciudad llamada Altagracia en Córdoba que geográficamente es muy parecida a la nuestra.
Hizo una pausa y dijo: discúlpenme pero habiendo un argentino en la mesa no podía dejar de agradecerle todo lo que hicieron por nuestros compatriotas.
Ordeno a ver… mesero, sírvale vino a este hombre que esta todo pago vale.
Me puse de pie, y le agradecí los conceptos que había tenido para con mi país. Después de la tercera copa de vino me despedí y me fui a la cama al otro día visitaría el famoso castillo y su histórica torre que era motivo de esta nota así que a la mañana siguiente me llegué hasta esa enorme construcción de piedra que siglos atrás fue vivienda de los poderosos dueño de vida y hacienda y también fue usado como cárcel para los ciudadanos que no pagaban el diezmo o que ofendieran al señor o al cura, esos desgraciados iban derecho al calabozo sin ningún tipo de defensa.
El guardián después de la visita guiada me contó que esa torre tiene una curiosa historia y paso a contármela. Una vez se produjo un horrible crimen que al no encontrarse el verdadero culpable buscaron a un labriego analfabeto y sin decir agua va, lo encerraron en la celda que tenían bajo la torre, y la pena era que moriría de sed y de hambre.
Lo único que le concedieron era que su hija podía visitarlo media hora todos los días más o menos a los quince días se produce otra muerte. Atrapado al matador cuando le ponen la cabeza en el aparato que le llamaban el rompe hueso, declara que el es también culpable del crimen anterior. Grande sorpresa se llevaron cuando al liberarlo a este inocente que después de casi quince días de encierro sin pan y sin agua se encontrara en perfecto estado de salud. ¿Que había pasado?, su hija al acercarse a la reja del calabozo amamantaba a su padre, esa es lo que se cuenta, y los historiadores la dan como verídica, y yo así la cuento.